La industria peletera explota y mata miles de animales al
año; estos animales viven encerrados en pequeñas jaulas que no son ni
remotamente parecidas al ambiente natural donde debieran vivir. Los más
valorados son el visón y el zorro. Así es como sufren estos animales:
La manipulación a la que son genéticamente sometidos machos y hembras para
conseguir diversos colores de pelaje les produce importantes taras. El visón
blanco, el más codiciado, es completamente sordo. Además, las hembras son
genéticamente manipuladas para producir más crías provocando alteraciones irreparables
en estos animales, aparte de que más del 20% de las crías muere... sin embargo,
a la industria peletera este crimen le sale muy rentable.
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Para aumentar el número de crías, en esta ocasión se recurre al macho; se
le hace producir una mayor cantidad de semen provocándole descargas en los
testículos, produciéndole una grave descalcificación y desequilibrios
electrolíticos.
La chinchilla. Debido a las descargas recibidas para aumentar el número de
crías, pierde sus dientes y se le mata después de explotarla en múltiples
camadas.
China: perros y gatos

Por otra parte, en países como China se mata cada año a 2 millones de gatos y
perros cuyas pieles son exportadas a Europa y Norteamérica. Los animales mueren
de forma atroz, ahorcados, apaleados, despellejados vivos. Esta piel es vendida
en objetos como muñecos, llaveros, juguetes para niños y para animales, etc. Si
ha comprado o compra objetos de piel o pelo procedentes de países asiáticos ya
sabe lo que tiene entre manos.
Agonizar por su piel: electrodos e intoxicación por monóxido, lentas agonías
Hay varias formas de acabar con estos animales, tratando sobre todo de mantener
su piel intacta; una de las más utilizadas es la intoxicación por monóxido de
carbono, técnica en la cual se introduce al animal en una pequeña caja en la
que se liberará una cantidad de monóxido de carbono, que le producirá una lenta
y agónica muerte que dura unos 30 minutos.Otro tipo de muerte utilizada con el claro y sádico objeto de no dañar la
piel del animal y arrancarla de una sola pieza consiste en la utilización de
electrodos; al animal le introducen un electrodo por la boca y otro por el ano,
este último acompañado de una barra metálica que normalmente, al ser
introducida, puede desgarrarla los intestinos, agravando más aún esta cruel y
lenta agonía. Lejos de producir en sí mismos la muerte, los electrodos
únicamente producen la paralización del animal, que posteriormente será
despellejado vivo y morirá en una lenta agonía. En internet existen numerosos
vídeos que documentan esta práctica; hay que tener estómago para ver siquiera
los primeros segundos.
Trampas y cepos no selectivos
La industria peletera no sólo se surte de animales "fabricados" en
serie y condenados a vivir en pequeñas jaulas y en pésimas condiciones; también
utilizan cepos y trampas. Los animales, después de caer en estos cepos, tratan
de liberarse royendo y rasgando sus propios miembros; muchos de ellos mueren
tras varios días de agonía: atrapados, heridos, sin comer ni beber. Lo peor de
todo esto es que los cepos son un método no selectivo, de modo que caen
animales que después serán desechados como "basura".
Aunque la importación de animales en peligro de extinción está absolutamente
prohibida, pagando un buen precio es posible conseguir estas pieles en el
mercado clandestino. En muchas ocasiones mueren más animales en trampas que en
granjas peleteras; sólo en EE.UU. los tramperos matan 3.5 millones de animales
al año, frente a los 2.7 millones masacrados en granjas.
Cifras concretas; datos obtenidos de Equanimal y WSPA International
En España se crían 400.000 visones en cautividad cada año, que nacen en Abril y
mueren en Noviembre. Pese a que no existe un censo oficial, hay unas 50 granjas
en Galicia y 20 en el resto del país; en las gallegas se cría el 80% de los
visones.
Estos animales tienen una vida media de 6 meses, frente a los 6 años de media
que vivirían en plena libertad. Afortunadamente, la disminución de la demanda
ha provocado que de 340 granjas que había en España en 1989 se haya pasado a
70.
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